Desde 1955, esta ha sido la casa de miles de uruguayos que han optado por dedicar su vida al servicio público. Personas que una y otra vez pusieron al país primero y que, de ese modo, escribieron parte de nuestra historia.

Me honra estar hoy aquí rodeado de todos ustedes, Señores Excancilleres de la República, Señor Expresidente de la República, Dr. Sanguinetti, Mercedes Menafra, la esposa del Dr. Jorge Batlle, por quien estoy aquí.

Autoridades nacionales presentes, Señora Subsecretaria de Relaciones Exteriores, Carolina Ache, Señor Director General de Secretaría, Diego Escuder, Señores Directores Generales, todos y cada uno de los funcionarios de esta Casa, representantes de los medios de comunicación, amigas y amigos.

Digo que me honra porque es un honor asumir la responsabilidad de planificar, dirigir y ejecutar nada menos que la política exterior y las relaciones internacionales de nuestra República, junto a más de 600 funcionarios de nuestra Cancillería que nos acompañan aquí y alrededor del mundo. Este compromiso nos enorgullece y nos obliga a estar a la altura de nuestras mejores tradiciones.

No quiero dejar pasar la oportunidad de destacar el esfuerzo desplegado por todo el equipo de esta Cancillería, para quienes no hubo domingos ni feriados en la enorme tarea que significó la Transmisión de Mando.

El éxito de este trabajo no hace más que confirmar que este gran equipo humano no solo es capaz de entender sobre los asuntos de sustancia en materia de relaciones exteriores, sino que también en cuestiones de protocolo, en cuestiones de ceremonial de Estado, en cuestiones de organización. Sin que se note, los funcionarios de la Cancillería fueron ayer protagonistas en la celebración de la democracia. Nuestra democracia. Seria, tranquila, serena, sin aspavientos. Un orgullo para los uruguayos y un ejemplo para el mundo que nos reconoce y admira. Es nuestro tesoro más preciado.

Decía que este compromiso que asumimos hoy nos enorgullece y nos obliga a estar a la altura de nuestras mejores tradiciones.

Nos impulsa a tener un cuerpo diplomático que encarne los valores que nos identifican: el respeto por la democracia, los Derechos Humanos y la convivencia pacífica en la diversidad. En ese camino, haremos oír nuestra voz para que nos escuchen. Seremos una voz que representa lo que nos hace uruguayos y ciudadanos del mundo: en todos los foros regionales e internacionales, nos embanderaremos con la democracia, con la salvaguarda de las libertades, los derechos y de la dignidad humana.

Nos impulsa a ser buenos ciudadanos de la comunidad internacional, entendiendo que a nivel global compartimos recursos, desafíos y problemas, pero también la voluntad y capacidad de resolverlos. Para ello, defenderemos sin desfallecer un orden internacional basado en reglas,  en instituciones, en procedimientos y formalidades, no en el poder del más fuerte.

Pero un mundo que también se basa en las relaciones humanas. En las que importa el contenido pero también las formas. Diría, la forma es el contenido.

Así que, al margen de las tendencias actuales, no verán a esta Cancillería caer nunca en la diplomacia de epítetos.

Se vienen otros tiempos, tiempos de activas negociaciones bilaterales y regionales, que nos permitan modernizar el Mercosur hacia adentro para potenciar el comercio y las cadenas productivas e impulsarlo al mundo para que cumpla el rol para el que fue creado: un regionalismo abierto, una plataforma ágil que potencie a sus miembros.

Vamos a apostar por una diplomacia económica y comercial moderna, gobernada por su propia lógica e inspirada en los países de vanguardia. Con un foco casi obsesivo: impactar en mejorar la vida de los uruguayos. Atraer inversiones al país, abrirle mercados a nuestros productos para vender productos uruguayos al mundo con trabajo de los uruguayos, no mandar uruguayos al mundo porque aquí no encuentran trabajo.

Y ante todo, tendremos claro: nuestras relaciones son con Estados, no con gobiernos.

Para eso, nuestra Política Exterior no estará basada nunca en afinidades ideológicas circunstanciales. Aspiramos a tener relaciones diplomáticas cordiales y comerciales abiertas con todos los países.

Vamos por una Cancillería profesional que se enriquezca de los funcionarios de carrera diplomática, profesionales, administrativos y de servicios. Para lograr nuestras metas, cada uno de ustedes, los de acá y los de allá, son indispensables.

Vamos por una profesionalización total del Servicio Exterior y para concretarlo, fortaleceremos el Instituto Artigas del Servicio Exterior, nuestra academia diplomática. Le daremos oportunidades a quienes ya han hecho carrera pero también, involucrando a los jóvenes y dándoles la chance de ser protagonistas.

Vamos por una Cancillería inclusiva. Con una política de género que nos enriquezca como grupo humano y nos empodere a todos.

Vamos por una Cancillería que rinda cuentas y para lograrlo, mantendremos informado en tiempo real al Parlamento de la República, a los representantes de la Ciudadanía, de todas nuestras acciones.

Elegimos una diplomacia profesional, honorable y admirada como la que ha caracterizado al mejor Uruguay. Una política exterior que nos enorgullezca en el mundo.

Por eso, de aquí nos vamos a visitar Casa Pérsico como primer acto, la sede de nuestra academia diplomática.

Y a quienes, como yo, forman parte de esta Casa, a partir de este momento, los invito a trabajar juntos. Por el Uruguay que soñamos.

Muchas gracias.